Tarde de tedio, noche de fiesta

Feria de Cali, 27 y 28 de diciembre

De la corrida de Ernesto Gutiérrez no vale la pena decir mucho, una mansada insoportable en la que Enrique Ponce ofició su bien conocida labor de enfermero necesaria para hacer posible una faena con los toros que le corresponden tras el sorteo con las ganaderías que exige al cruzar el Atlántico, con eso sacó una oreja.

A Paco Ureña le tocó el lote con menos casta, 2 toros negros anovillados que no le dieron opciones de nada a un torero que había generado mucha expectativa tras verlo anunciado en el cartel.

Juan de castilla tiene una facilidad impresionante para ganarse a la afición desde el comienzo de la faena citando de largo y cargando la suerte, con muletazos por ambos pitones y series bien ligadas levantó la plaza del sopor y perdió 3 o 4 orejas en varios pinchazos debido a su mal oficio con la espada, ese podría ser el defecto que le falta por corregir antes de dar un salto a la península.

24 horas después de terminada la mansada del 27, comenzó un festival con la mejor asistencia de la feria hasta el momento, un encierro muy bonito de novillos de Ernesto González permitieron disfrutar al público y darle un jalón a la feria para los próximos días.

El primer novillo a Ponce le dió mas juego que los dos anovillados del día anterior, fue bien picado en el caballo y la faena típica del muy recorrido torero fue suficiente para cortar una oreja que la plaza recibió con alegría.

Castella es un torero de Cali y la afición, en especial las mujeres, le hicieron recordar el cariño que sienten por el francés aquí, un cárdeno bragado permitió lucimiento desde el primer tercio en el que hizo una serie de chicuelinas por colleras junto a Luis Bolívar, continuó con series largas bien ligadas y recordar el encierro del día anterior hizo que la plaza pidiera un indulto que Bonilla concedió, el torero paseó las dos orejas que le concedieron mientras desde el tendido le llovían sombreros y tacones de las mujeres que lo habían ido a ver.

En tercer lugar Luis Bolívar no supo entender a su novillo, el encaste hacía que no tuvieran un recorrido muy largo y por el contrario se quedaba corto a la mitad de la embestida, tras intentar por ambos pitones sin éxito terminó con una estocada algo caída.

El peor toro de la noche le salió nuevamente a Ureña, comenzó con buenos muletazos pero se fue a tablas muy rápido, rajandose sin obedecer a la muleta si no estaba orientada hacia la querencia, la gente aplaudió el esfuerzo y reconoció el valor tras una revolcada que asustó por la manera en que el toro lo levantó.

Emilio de Justo toreó pensando mas en el día siguiente que en el animal que tenía al frente. Tras un par de sustos debido al peligro que tenía el animal que se colaba en los derechazos prefirió ir por la espada antes que intentar por la izquierda.

Cuando ya estabamos cerca de las once de la noche salió el novillo de Luis David Adame, que recibió con un quite por zapopinas ("lopecinas") tras un picotazo en el primer tercio, que ya mostraba las intenciones del mexicano, una plaza alegre comenzó a cantarle rancheras al torero que miraba con complicidad ese gesto.

La nobleza del novillo y la facilidad del torero para ligar las tandas de muletazos hicieron que la plaza se levantara y los ole sonaran mas duro que en las tardes anteriores, 10 minutos después de comenzada la faena el novillo seguía embistiendo como si fueran las primeras tandas, y Bonilla volvió a conceder un indulto mas rotundo que el concedido al novillo de castella, Luis David dió la vuelta acompañado de las herederas de la ganadería mientras en el tendido de sol le cantaban una estrofa de El Rey, la gente salió feliz de la plaza y con ganas de volver.


Mientras los toros embistan la fiesta se defiende sola.

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